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jueves, 1 de septiembre de 2011

El Hombre que cortejaba a las Flores


Como si de una leyenda se tratase, hay quien cuenta que de verdad existe. Unas hablan de su historia con enojo y reprimenda, como tratando de alertar a las jóvenes del peligro que sería caer en las redes de un ser semejante. Otras, sin embargo, describen su figura y sus hazañas como se recuerda un dulce sueño que en algún momento de la vida queda olvidado.
Una vez, no recuerdo cuándo, le pedí a una amable señora que me contase un cuento diferente. Que se alejase de príncipes azules y princesas encantadas. Esa noche, con las llamas de una vieja chimenea como única fuente de luz, lo descubrí a Él:
<< De distintos afluentes se formó el río de su historia. Unos más fiables y otros menos. Pero todos igual de reales. Nadie sabe cómo llegó ni de dónde vino. Solo se sabe que la primera vez que se le vio fue en el Jardín Onírico.
Un dulce viento hacía danzar a las coquetas flores, formando una mezcla indescriptible de suaves aromas. Sin embargo, cuando percibieron su ausencia, se detuvieron curiosas a observar al extraño. Él no se inmutó siquiera, pero comenzó a tararear una dulce melodía. Tras ello, muchas se olvidaron rápidamente de él y continuaron con sus bailes. Pero no fueron pocas las que siguieron cada uno de sus pasos.
Cuentan que conoció a un misterioso Lirio. De níveos pétalos, este se dejó cortejar durante una temporada. Sin embargo, siempre perduró un curioso misterio en él que a nuestro protagonista dejaba perplejo, lo que no evitó que años más tarde siguiese fascinado y aprendiendo de él. No señor, el Lirio no se dejó manejar, al igual que tampoco lo hizo Él.
Una dulce Margarita le rondaba de vez en cuando. Tratando de averiguar quién era, qué escondía. Él jamás trató de cortejarla, a ella la trató diferente, pero no por ello le regalaba un cariño menor. Siempre procuró que sus pétalos siguiesen intactos, la ayudaba a querer destacar en aquel jardín sin límites.
Una flor de un intenso color Violeta lo volvió loco durante un tiempo. Él la cortejó con intensidad y ella jamás dejó de danzar, al compás de una canción de fondo que ninguno logró quitarse de la cabeza.
Llegó a encontrarse con una flor importante, una Rosa de un fuerte color rojo. Esta cubría todo su tallo con grandes espinas. A ojos de muchos estas podrían haberlos envenenado, pero Él sabía que ni tan siquiera lograrían hacerles sangrar. Le sacó la mejor de sus caras y logró que de vez en cuando cambiara las espinas por pequeñas gotas de rocío.
Entonces llegó ella. Una Amapola esbelta e impertérrita. Con ella tuvo que utilizar todos sus encantos y tácticas para cortejarla. A veces se sentía luchar contra una flor de piedra, pues ella se negaba a dejar el Jardín. Otras, la Amapola sonreía dulcemente y se dejaba llevar por las caricias de sus dulces manos.
A partir de ella no se supo más. Nadie sabe cómo terminó aquello,o siquiera si terminó. Sin embargo, nadie duda de que Él sigue en algún lugar recóndito del mundo. O de nuestros sueños, quién sabe. Algo es seguro: lo más emocionante es que existió,existe y existirá alguien capaz de sacar lo mejor de las Flores
>>.

Nunca sabré por qué, pero aquella noche, antes de cerrar los ojos y rendirme a Morfeo, supe con certeza que jamás me olvidaría del Hombre que cortejaba a las Flores.

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