Welcome to Violet's Notebook

viernes, 31 de diciembre de 2010

Tonos de un atardecer eterno...




Es curioso cómo el amor pasa por encima de defectos y maldades. Más curioso es aún mirar atrás y ver todo lo que me ha traído este año que se nos va de las manos. ¿Quién me iba a decir a mí el 2 de enero que acabaría el año así? ¿Quién me diría que habría perdido tanto? ¿Y que iba a ganar muchas otras cosas? He aprendido que para poder ser feliz, hay que quererse a uno mismo. ¿Quién nos querrá a pesar de todo y por el resto de la eternidad si no somos nosotros mismos? También he aprendido que la vida es como una inmensa montaña rusa. A veces podemos respirar el aire puro desde lo más alto, dejando que las estrellas nos bendigan con su brillo, con una sonrisa casi imborrable. Otras caemos rápidamente, sin darnos cuenta de que todo pasa a nuestro alrededor como una estrella fugaz, la realidad es casi imperceptible. La bajada suele ser la peor parte, y desde allí vemos imponente la próxima subida, que nos parece imposible de alcanzar. Y otras veces, simplemente vamos a la velocidad de la luz en un giro que da la vuelta a nuestra vida, aventurándonos y sin saber si eso terminará en una subida o una bajada.
En este año he vivido la distancia y sus consecuencias. Aunque he aprendido a sentir la congoja del reencuentro y del abrazo esperado por mucho tiempo. Me he conocido un poco más a mí misma, y estos últimos meses han sido una durísima etapa definitiva que me ha puesto a prueba. A veces pantano fangoso, a veces desierto seco y otras veces oscura selva. Y sin embargo sigo en pie, ¿no? Me han enseñado a quitarle importancia a la vida. No todas las cosas deben suponernos una gran responsabilidad, a veces hay que dejarlas pasar simplemente, y despedirnos de ellas con una sonrisa. Me han enseñado que la vida está llena de hoyos, trampas y baches. Pero no por tropezar hay que desistir y estar triste. Hay que seguir, seguir día a día, apreciando lo que poseemos que nos hace feliz. Doy las gracias, porque he aprendido a mirar desde otra perspectiva, y eso me ha ayudado a seguir adelante.
Si miro atrás, este año está lleno de distintos colores. Sin embargo, mi presente me hace verlo todo en tonos de un atardecer eterno. Rojos y anaranjados que se funden con rosas únicos y violetas suaves. Una dulce brisa me revuelve el pelo, y suspiro llenándome de pureza. Sí, al fin y al cabo tampoco ha sido un mal año. Me llevo un buen sabor de boca, y con él el mayor de los regalos: las personas a las que más quiero y las que siempre llevaré conmigo.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Divagaciones mentales de una adicta al amor.

Una vez me dijeron que lo mejor era dejarse llevar. Dejar de pensar en pros y contras y dejar que mis instintos decidiesen por mí. Y sin embargo, a pesar de que sé que debería hacerlo, tengo miedo. Sí, tengo miedo de la incertidumbre. ¿Sabes lo que se siente cuando crees estar perdiendo algo que puede que en un futuro aprecies? A eso se le llama inseguridad, y desgraciadamente, la llevo a cuestas todos los días. El coste de oportunidad, lo llamarían los economistas. Aquello a lo que renuncias por tomar una decisión. Pero, ¿cómo sabemos si a lo que renunciamos es más importante que lo que hemos escogido? Yo no sé cuánto me va a durar esta etapa, no sé cuándo cicatrizarán estas heridas, y tampoco sé cuándo cambiará el viento de dirección. Pero, ¿y si luego es demasiado tarde? ¿Y si cuando este corazón destrozado haya terminado su reconstrucción ya no queda nada? ¿Y si cuando esté preparado para enamorarse de nuevo no hay compradores en la subasta?
Pasas las páginas de este viejo libro y ves cómo poco a poco los príncipes van desapareciendo y solo quedan dragones, brujas e infinitas princesas con lágrimas en los ojos. Desearía saber qué ocurrirá. Podría prepararme de antemano, trazar un plano para que el enemigo no pueda dañarme en esa nueva guerra. Pero no hay videntes en este mundo del amor, y nunca puedes estar seguro de lo que puede pasar. Solo queda sentarte en la estación de tren y esperar a que llegue el tuyo. Tal vez tarde días, tal vez tarde años. O tal vez solo tarde semanas que parecen años. Pero no puedes hacer nada para retrasarlo o adelantarlo. Y llegará el día en que aparezca un tren de improviso. Y en él, habrá alguien. Os miraréis fijamente, y serás tú y solo tú quien decida si subirte a él o no. Desgraciadamente, ese tren no estará eternamente esperando por ti. Si tardas demasiado, se irá, y volverás a estar solo en la estación sempiterna. Y dime, dichoso destino; si te arrepientes, ¿cómo saber si ese tren volverá a pasar o si se ha ido para siempre? Divagaciones mentales de una demente adicta al amor. Este podría ser el título de todo lo anterior.

Tiempo,tiempo,tiempo...


Tiempo, tiempo, tiempo. Quisiera que hubiese pasado el suficiente para poder empezar a olvidar. Más que sea para poder empezar un nuevo camino, cambiar de rumbo. A veces me siento como una estrella solitaria en la inmensidad del universo, sin nadie a quien enseñarle la luz que soy capaz de proyectar. Odio tener que recaer en esto. Las cosas del amor dicen, ¿pero tan complicado tiene que ser? Es gracioso como somos capaces de olvidar una cara o un recuerdo, y sin embargo nos es imposible deshacernos del amor como mismo vino, de improviso.
Los días, las tardes y las noches pasan. Unas veces me como el mundo, lo sujeto en mi mano y me siento capaz de vencer cualquier adversidad. Otras recaigo en esta maligna adicción y siento que todo se me escapa y que jamás volveré a brillar. Pero no pienso dejar que esto me venza. Hice una promesa un día, prometí que nada me haría desfallecer, que no dejaría que nadie me hiciese caer. Y por esa promesa que hice con el corazón, cogeré las fuerzas desde lo más profundo y me sacaré a mí misma de este hoyo. Cogeré la pala y lo llenaré de tierra, sentimientos prohibidos e ilusiones absurdas. Ahí se quedarán, porque yo no quiero saber nada de ellos. Me daré la vuelta y recordaré todas esas prometas rotas, aquellas caricias que me quemaban la piel y me vendaban los ojos ante lo inevitable. No, no vas a engañarme más. No dejaré que me hundas para regresar con una barca de falsas ilusiones haciéndome creer que no hay nada malo, que soy yo la que lo ve, pero que en realidad vivimos en una idílica fantasía. No, no pienso volver a creer en ti. Estas heridas van a cicatrizar, y en ella tendré que llevar para siempre los buenos y malos momentos, pero te diré una cosa: esta es mi vida, y solo yo voy decidir qué hacer con ella.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Venda,estudia,siente...

Arrástrame hasta lo más hondo de tus sentimientos. Quiero sentir el ardor en mi piel, quiero sentir la adrenalina recorriendo todo mi ser.
Golpéame con palabras, sacude mi alma con abrazos. Solo quiero sentirlo de nuevo, ¿sería posible?
Venda mis ojos y guíame por este mundo de engaños. Estira tus brazos para evitar que caiga, pero hazme caer contigo.
Siente el rugido de mi corazón, mi mirada desenfrenada. Rompe todas las barreras, hazme sangrar.
Estudia mi piel, la forma de mis labios, la profundidad de mis ojos. Dibújalo todo y enséñame como soy.
Sella tu firma, demuéstrame qué es lo que quieres. Déjame rodar contigo en esta pendiente sin fin.
Señálame el camino, dime por dónde quieres ir. Enséñame el olor de la locura y déjame saborearla junto a ti.
Bésame hasta que el cielo se pare y las llamas que nos rodean se apaguen. Enséñame a bailar bajo la lluvia, enséñame a no saber parar.
Quítame esta punzada del corazón con caricias, deja mi perfume impregnado en tu piel. No dejes que salga nunca de este tornado, y prométeme que toda esta constelación será nuestra y que siempre me darás el todo y más, y más, y más…

jueves, 2 de diciembre de 2010

Fin

Escucho esta canción y siento que puedo volar. Voy hundiéndome con leve balanceo en aguas tranquilas. Burbujas de vida se despliegan a mi alrededor y suben hasta la superficie. Yo veo el reflejo del sol, pero nada me daña. No siento necesidad de respirar, puedo ver con claridad. Esta letra que inunda mi ser, desentraña poco a poco mi alma y la remueve como si de una cometa en cielo oscuro se tratase. Mi corazón se adapta a su ritmo, sus latidos acompasados me hacen sentirme viva. Inspiro una vez más, y siento el sabor de la vida; de todas estas almas que vagan por la tierra siguiendo el camino imparable. No tengo ganas de pensar, así que me uno a ellas. Me dejo llevar por esta brisa apremiante, que me empuja; al principio con ligereza, luego con prisa. Quiere que vea algo, pero yo no sé el qué. El camino es gris, pero hace calor. Un vendaval levanta las impurezas del camino y llena mi vista de hojas de otoño. No veo el final, pero sé qué está cerca. Cada vez voy más rápido. Mis instintos afloran y comienzo a correr, cada vez más y más rápido. Sorteo baches con facilidad y sigo el camino. Esta canción acompaña mi carrera, la brisa me la trae para animarme a seguir. Y de repente, el camino se ha terminado, y me encuentro en lo alto de un acantilado. Mi pecho agitado trata de recuperar la respiración, y miro hacia abajo. No veo el suelo, pero una luz mortecina parece alumbrar la escena. Un figura frágil llora en el fondo. Sus llantos me estremecen, y su desesperación me rompe en pedazos. Es una chica. Sola en la infinidad de la soledad. Ella no lo sabe, pero yo puedo verla. Cree estar encarcelada, pero no hay barras que la limitan. No hay puertas, no hay murallas. Solo un anegado corazón que trata de encontrar un por qué. Entonces, ella mira hacia el cielo, pidiéndole que la saque de ese pozo; y es cuando creo desfallecer. Soy yo. Es mi cara. Son mis ojos. Son mis lágrimas. De repente, una ira embravecida invade mi ser. La rabia de mil bestias llena mi corazón, el coraje de cien guerreros quema mi piel. Siento crecer algo en mi interior, el fuego del Inframundo recorre mis venas. El veneno que llevaba escondido quiere salir, y es entonces cuando exploto y de lo más profundo de mi ser sale un grito aterrador. Le grito al cielo, donde ahora hay estrellas que parecen haber ganado luz con mi energía. El cielo tiembla, se agita y aparece agrietarse. Y cuando casi todo el veneno ha salido de mi corazón, mi voz de desvanece en la inmensidad del Universo. Pero aún me queda un poco. Recupero el aliento, pero esta guerra no ha terminado. Me doy la vuelta para rehacer el camino, pero entonces, paro al escuchar de nuevo esta canción que me trae de nuevo el viento. En mi mano, aparece una lanza afilada, forjada con la sangre de corazones destruidos y las manos del alma. El viento alborota mi alborotado cabello. Sé a dónde quiere que me dirija. Me giro y ahí está el fin del camino. Cierro los ojos y dejo que mi alma se una a esta música. Mi interior se rompe en pedazos que se vuelven a juntas con una nueva fuerza. Abro los ojos, y siguiendo esta nueva ira, comienzo a correr, a correr, a correr… Y con el impulso de un grito bélico, salto desde lo alto, como a cámara lenta, en dirección a aquel cuerpo que llora; con la intención de destruir ese sentimiento, con la intención de clavar en esa parte de mi ser esta lanza que llevo. No voy a unirme a él, no voy a dar un paso atrás. Voy a consolidar esto que siento. No dejaré que vuelva a ocurrir, y cuando acabe con todo, cogeré la punta de la lanza manchada de superación, y comenzaré con ella a escribir mi nuevo camino. La canción se acaba, y en el último momento, se funde con mi ser para ayudarme en este salto que terminará con mi dolor. El salto hacia una nueva vida.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Decepción


Decepción. ¿Conoces esa palabra? Creo que no. Es tan duro cuando alguien que creías diferente te decepciona. Crees haber encontrado un atajo, una brisa purificadora, un cielo estrellado. Y sin embargo, cuando menos te lo esperas tu constelación de apoyo explota en mil bolas de fuego que te abrasan la piel, fundiéndote el corazón. ¿Por qué? ¿No era suficiente? ¿Querías más? No me importaban tus ambiciones, pero sí que me desterrases a otro mundo por ellas. El puente de Londres ha caído, y con él todas mis esperanzas de encontrar una linterna. El viento arrecia, y todos se han ido. ¿No querías resurgir de tus cenizas? Enhorabuena, ya lo has conseguido. Pero no entiendo qué tenía que ver yo en todo esto. ¿Era acaso un impulso para tu gran salto? Yo no quería ser eso para ti, yo quería ser tu salto. O al menos formar parte de él. Pero tú querías más, y mi sonrisa no te era suficiente.
Al fin y al cabo no tengo derecho a culparte de nada. ¿Eres libre, verdad? Pero quiero que sepas, que no hacía falta destruir nuestra burbuja. Con hilo y aguja me hubiera cosido esa herida, y hubiese sido feliz si me dejabas seguir siendo tu amiga. Pero tú sucumbiste al oro de Cortés y con la pala del olvido enterraste mi recuerdo bajo tierra. Y sin embargo, en ocasiones creo entrever en tus ojos el brillo de antes, todavía hay veces en las que creo poder sentir tus abrazos gratificantes. Pero como mismo vienen esos retazos de sueños, se van; y tú regresas a tu nueva vida de fiestas y desmadres, dejándome a mí aquí, en el que un día fue nuestro mundo, recogiendo los restos que quedan de él. ¿Por qué lo destruiste? ¿Acaso me había colado en una fiesta de disfraces y yo no me había enterado? ¿Eras tú el de la máscara azul? ¿Estabas disfrazado de personalidad, entonces? Puede que algún día lo sepa…
Sigues siendo muy importante para mí, así que solo me queda desearte suerte en esta nueva vida, la que tal vez era la de antes pero no me la habías enseñado. Me conformaré con tratar de olvidar todo este desorden, y puede que algún día te dé por regresar y contarme por qué lo hiciste. Buena suerte en tu viaje estrella fugaz, yo me quedaré en nuestra parcela de luna, desde la que un día solíamos contemplar juntos la locura del amor y todo aquello que nos atormentaba.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Infinito


Vueltas, vueltas y más vueltas… y de regreso al agujero. Déjame, ahora no quiero que me ayudes. Aunque sea mentira, aunque desde lo más hondo de mi corazón lo que anhelo es una mirada o un abrazo. Ahora, ayer o mañana. ¿Qué más da? El dolor sigue igual. Creía haberlo enterrado muy lejos de aquí, y sin embargo solo estaba dando vueltas a su alrededor. Cuando más necesitaba distracción, no hay nadie para dármelo. Una vez me dijeron que las palabras se las lleva el viento, cuánta razón llevaban. Porque yo ahora no veo ningún hecho, estoy aquí, a merced de la tormenta, naufragando en un oscuro mar. ¿Y acaso hay alguien aquí conmigo? Sé que cuento con grandes portadores de mi corazón por ahí, pero yo os necesito aquí, junto a mí. Necesito que alguien me coja de los hombros y me de la vuelta para poder dar la espalda a esta hipnótica pena. Necesito que alguien me abarque con sus brazos y me susurre al oído que no estoy sola en esto. Necesito que me mantengan en alto y me oigan llorar. Quiero mucho y sin embargo no tengo nada. Me daba miedo que llegase este momento, pero siempre lo escondí pensando que alguna mano salvadora me sacaría de ese pozo. Pero no hay manos, solo ojos sanguinolentos que me miran amenazantes y garras que tratan de rasgarme lo poco que me queda de piel. Como a cámara lenta, yo voy corriendo por este mundo, tratando de seguir un ritmo. Corro sin meta, no la encuentro. Pasan décadas y yo sigo corriendo, me desespero, porque sigo en el mismo camino. Ni siquiera ha cambiado el paisaje de alrededor. Este es mi día a día, mi dulce monotonía. Cuando quieras saber cómo se siente aquí abajo, yo podré decírtelo. Te podré escribir cientos de páginas. O si quieres, puedes leer esto que escribo. Pedazos de un corazón roto en busca de alguien que los salve del infinito.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Inicio

Aunque no lo creas, pretendo terminar con toda esta locura de una vez por todas. Quiero llenar de tinta este nuevo libro y guardar en un olvidado baúl el anterior. Quiero empezar a dibujar una nueva línea que se salga de los límites. He dejado de marcar mi camino con trozos de alma para no olvidarme de cómo volver a casa. Estoy empezando a dejar de mirar atrás para centrarme en el final. No me preguntes cómo, pero solo sé que es lo que quiero ahora. No quiero volver a llenar de humo mi mente, quiero dejarla volar muy alto, hasta la ciudad de las estrellas, donde aspiro quedarme por un largo tiempo. Mi corazón está resquebrajado, pero sólo será por un tiempo. Ahora sé que tengo que aceptar el pasado y seguir adelante. Tengo que darme otra oportunidad para vivir, y no castigarme a mí misma con lo que pudo haber sido. Fue una historia de mezcla de géneros, donde saltamos del segundo al séptimo capítulo. Estuvo llena de dragones furiosos y castillos de ensueño. Y sin embargo, llegaba el momento de comer perdices. Tratamos de retrasarlo, pero no había más páginas que llenar, la tinta se terminaba y nosotros ya no éramos los mismos. Pasó el tiempo y yo seguía hojeando el pasado, empañando las páginas con lágrimas y sintiendo la presión de las cadenas que me unían a él. Pero sin embargo, ahora soy capaz de cerrarlo de vez en cuando. Ahora las cadenas se han convertido en cicatrices de reminiscencia. Claro que no es fácil olvidarme de todo; por supuesto que aún no he subido todos los escalones. Me duele en lo más hondo de mi ser saber que es hora de poner punto y final y encontrar un nuevo título. Aún hay veces en las que vuelvo a mirar atrás, y permito que esas garras mortíferas del ayer me quiten la respiración y me encierren en ese maldito laberinto de la desolación. Pero he aprendido. Ahora entiendo el por qué lo que no te mata te hace más fuerte. Ahora es cuando me he dado cuenta de que necesito emprender un nuevo camino. Va a ser doloroso, y me encontraré con bosques de espinas y brujas malvadas; pero mírame, me he quitado los zapatos y estoy empezando a caminar por las brasas. Quiero salir de esta burbuja y sentir la hierba bajo mis pies. Respirar el aroma de la libertad, correr sin un por qué bajo la lluvia y notar mi cuerpo empapado. Quiero gritar hasta quedarme sin voz cuando me apetezca, reír hasta que no pueda más. Que lo que tenga que venir venga, yo me encargaré de decidir si lo quiero o no para mí. Me pondré metas, y otras veces iré sin rumbo fijo. Reclamaré caricias y compañía cuando llegue el momento, me desviviré por los que completan mi corazón y les regalaré sonrisas cada día. Ese es mi objetivo, y pienso perseguir esa cometa que un día dejé que el viento se llevase. Fíjate, mis huellas comienzan a quedarse grabadas en el suelo; estoy comenzando a volar, y te prometo que no pararé hasta ser invisible desde la tierra.

martes, 9 de noviembre de 2010

...


"Porque el amor, no entiende de defectos"

domingo, 7 de noviembre de 2010

...




Dame una sola razón para seguir viviendo. Dámela y convénceme para dejar de caer. No quiero seguir así. No puedo seguir así. Terrible es eso de morir por alguien, querer besarle y que sin embargo, cuando lo consigues, los besos te saben a mentira, a oscuridad. Ya no es lo mismo, piensas, y te duele tanto… Necesito que alguien me saque de aquí, que unos brazos salvadores rompan estas espinas que me rodean y me rescaten de este infierno. Me sorprendo a mí misma muchas veces gritándole al cielo que me quite esto de encima, que por favor, aleje esta maldita agonía. Me dejo caer de rodillas y le imploro, no puedo más, voy a ahogarme en lágrimas, grito. Nada tiene sentido, nada me está ayudando. Estoy en el filo de un precipicio, no hay nada más al otro lado, solo una profunda oscuridad, y no puedo volver atrás. Entonces, ¿qué hago?
Me odio a mí misma por haber dejado que el amor me atrapase y me encerrase en su famoso laberinto de corazones alocados. Me arrepiento de haber cedido a las garras del amor, ¿de qué sirvió? El ahora me está destrozando por dentro y le está restando sentido a lo que me rodea, nada importa. ¿De qué me sirven los buenos momentos si ahora son recuerdos que utilizo para hacerme aún más daño? Es ahora cuando me doy cuenta de que meses de libertad se esfuman en un par de semanas de encarcelamiento. No sé qué demonios estoy escribiendo, no sé por qué no consigo salir de aquí. Quiero irme muy lejos, y a la vez no. Quisiera que alguien me rescatase, no me importa quién. Pero por favor, no puedo más. Las locuras cada vez me parecen más cercanas y simpáticas que la realidad. No es que no quiera olvidar, es que no puedo. Patética lamentable. Eso es lo que soy, y a ojos de los demás hago de un mundo algo muy sencillo. ¿Pero qué hago si no? No es culpa mía, es este maldito sentimiento el que no me deja continuar, el que no me deja ser objetiva y mirar las cosas de otra manera. Es horrible sentir que te hundes cada vez más y más y no eres capaz de escapar. Desearía que me arrancasen el corazón para no volver a sentir. No compensa ser feliz si luego cuando caes desearías no volver a serlo en la vida con tal de poder volver a andar. No me importa que piensen que exagero, jamás había estado tan segura de lo que siento. Jamás había estado tan hundida en el dolor. No veo otra cosa más que oscuridad. No hay luz aquí abajo. No hay calor. Solo puedes esperar encontrarte un alma en pena que deambula en busca de un corazón nuevo.

domingo, 31 de octubre de 2010

Calor




Ayúdame a olvidar. Ayúdame a romper estas ataduras que no me dejan escapar. Estoy harta de escribir cosas tristes, quiero avanzar. No, no quiero. Lo que de verdad quiero es sentirme libre de esta agonía. Quiero que con la rapidez de un destello desaparezca esto que me embarga, que no me deja respirar. Me empapo de lágrimas constantemente, y sin embargo tengo sed de compañía. El corazón ya no me late, hace de tiempo que yace inerte; el dolor me lo destrozó. Sé que hay un futuro, sé que algún día todo esto no será más que un pasado turbulento. Pero este es un camino largo lleno de desvíos sin salida y días sin luz.
Quítame esto. Arráncame este duro tormento que me impide seguir. No importa lo que haga, no importa que en mis días haya risas y motivos por los que ser feliz. Esta pena sigue clavada aquí, muy hondo, haciéndome sangrar poco a poco, gota a gota de sufrimiento y desesperación. Yo trato de apartarlo, te lo prometo, pero no puedo. Sigue presente junto a mí, quemándome la piel con sus abrazos y envenenando mi ser.
¿Podrías estar conmigo un momento? No te pediré mucho, solo quiero un abrazo. Solo quiero evadirme de esto por un momento, sentir que tengo aquí a alguien que recoja estos trozos de alma, con los que he dejado el rastro de este inexorable camino. Quiero sentir el calor de la esperanza, el calor de la luz. Quiero que aparezca alguien en este mismo momento para yo poder apoyarme en su regazo y llorarle todo lo que me está pasando. Tal vez pido mucho, entonces no importa. Pero es lo único que quiero ahora. No pido que lo soluciones u olvidar. Solo necesito compañía. ¿Me la darás?
Mírame, estoy escribiendo otra vez cosas tristes. ¿Cuándo se acabará esta locura? ¿Acaso he de perder lo poco que me queda para que todo esto termine? Me paso largas horas llorándole a la lluvia. He de dar las gracias por tener esto al menos. Su olor me purifica de cierta forma, pero no me puede quitar esta desazón. No hay nada que me lo quite, nada que lo haga desaparecer.
Empiezo a pensar que a esta historia aún le quedan muchos capítulos. Creo que a menos que yo decida ya un final, no podré empezar otra. Sin embargo, algo que me preocupa, es que no importa que ponga fin, una historia paralela le seguirá a la nueva: la del olvido.
Me gustaría cerrar los ojos. Caer en un profundo sueño, uno que para mí dure años, siglos. Para que cuando despierte, todo haya cambiado y solo tenga que coger pluma y tinta para empezar mi nuevo libro. Pero la vida no es así, aquí no hay hueco para utopías. Me tocará desfallecer muchas veces, y serán pocas las recompensas por mi intento.
Escribo esto para animarme, para tratar de seguir adelante. Me duele en lo más profundo de mi ser, pero voy a tener que pasar esta interminable página para poder hacer algo. Prometo que lo trataré de hacer. No sé con qué demonios terminar este pequeño relato, así que solo podré decir eso. Lo intentaré.


sábado, 30 de octubre de 2010

Corazón de plomo

¿Dónde estás bailarina mía? Oh, ahí estás, tan preciosa como siempre, bailando con tu nuevo príncipe. ¿Me has mirado? No, no era a mí. ¿Podrás volver a verme algún día? Ha pasado algún tiempo, pero sigo siendo el soldadito de siempre. La misma fusión de plomo y amor de siempre. ¿Me reconocerías si me acercase a ti e interrumpiese tus bonitos movimientos? No, no quiero estorbar, solo sería una fea molestia entre tal bella perfección.
Baila, mi preciosa bailarina, no pares… ¿Y él? Ahí está, mirando cómo bailas. Pero no, ¿no lo ves? Él no sabe apreciarte, no entiende que cada movimiento tuyo es una pincelada de alma, un pequeño trozo de tu corazón liberándose. Yo lo veo, mi bella bailarina, yo puedo sentir tu esfuerzo y tu pasión. ¿No recuerdas que me pasaba horas viéndote bailar, sin apartar la vista de ti ni un segundo? Yo era el espectador eterno, al que tu danza alimentaba y daba razones de existencia.
¡Has parado! Te acercas a él, lo miras y vuelves a bailar. No, no lo hagas amor mío. Él no te sostiene la mirada, te estudia con ella. Yo perdería mi otra pierna por una mirada tuya, porque tus ojos me quitasen de nuevo el aliento, porque mi existencia tuviese sentido de nuevo.
Sigues bailando y él empieza a mirar hacia otro lado resoplando. Pero, ¡cómo! ¿Acaso se aburre, acaso no le interesas? Iría allí mismo y con mi pequeño sable le marcaría el corazón, para que pudiese sentir el dolor que siento yo viéndote tan lejos. Pero no puedo, no te gustaría, te disgustaría, y no quisiera que eso pasase. Pero amor mío, fíjate cuando te giras, ¡mira ahora! ¡Ahora no estaba mirando! ¿Por qué no miraste? ¿Por qué no me miras a mí?
Me cuesta recordar cuándo decidiste cambiar de estantería. Cuándo dejaste de verme y cuándo apareció él para arruinar nuestro amor. ¿No recuerdas nada de aquello? ¿Recuerdas la primera vez que cogí mi corazón en un puño y me atreví a acercarme para ver cómo bailabas? Yo creí que nunca te fijarías en mí, que querrías algo más que un saco de plomo y un cuerpo a medio acabar. Yo no tenía nada que darte, nada que ofrecerte más que mi respiración y mi pequeño corazón del que ya eras dueña. Pero sin embargo, cuando notaste mi presencia, dejaste de bailar, te acercaste a mí y solo una pequeña caricia tuya en mi ardiente mejilla hizo estallar mi corazón. Fue ahí cuando hiciste surgir mi esperanza, mis ilusiones. Nunca podré demostrarte de qué manera me regalaste las ganas de vivir, la vida misma. Y casi igual de rápido que había surgido mi amor por ti, unas inexpugnables tijeras cortaron el indispensable lazo que nos unía. Yo caía al suelo y te veía desaparecer a lo largo de un túnel, encontrándote con él y dejándome a mí en la oscuridad del abandono. Pero no te guardo rencor, jamás podría, sería como clavarme a mí mismo un sable impregnado de veneno, porque bailarina mía, tú eres el aire que necesito, el motivo de mi sed, la cura de mi ceguera, las caricias por las que mataría.
La guerra se está acabando amor mío, y la única pólvora capaz de salvarme reside en tu corazón. Nada ni nadie puede ayudarme, jamás podré olvidarte, nunca dejaré de amarte. No me importa qué estés haciendo, ni con quién, para mí siempre serás mi preciosa bailarina, el aceite de mis engranajes, el corazón que me falta. ¿Me has mirado? Salgo un poco más de las sombras para asegurarme, y ahí estás. Tus preciosos ojos verdes cristalinos desgarrándome el corazón, resaltando sobre tu nívea piel, la cuna de mis caricias. Te apartas un pequeño mechón rubio del cabello y con la elegancia que tu danza te ha otorgado, te acercas y puedo verte mejor. Como si un foco te señalase, te conviertes en la protagonista del instante, y puedo verlo. Veo el reconocimiento en tu mirada. Pero, ¿cómo? Veo tristeza en tus ojos, no, no es eso. No quisiera malinterpretar, pero, ¿acaso me estás pidiendo perdón con tus preciosos ojos? No bailarina mía, jamás. Me acerco un poco más, mantengo la compostura y te hablo con los ojos. Al principio te grito, quiero que sepas cuánto te amo. Pero no sería correcto, así que solo te digo que te quiero, pero que no te preocupes. Él te llama, interrumpiendo la magia del momento, mi último suspiro de vida. Tú le miras, y antes de regresar con él, me vuelves a mirar, y bajas la cabeza con la elegancia de un cisne, para volver a bailar, pero no para mí, para él.
Gracias amor mío, gracias por este regalo tan grande. En algún lugar de tu corazón recordabas mis sacrificios y mi devoción. ¿Habrás sentido en ese segundo algo de lo que en un día me dejaste entrever? Nunca lo sabré, nunca me dejarás saberlo.
Te miro bailar, miro cómo sigues otro camino. El fuego de la chimenea te arropa convirtiendo en magia tu íntima actuación. Después de toda una vida, de todo un amor, dejo de mirarte y me acerco al borde de la repisa. Puedo ver las llamas llamando a los amores perdidos, avivando corazones enamorados y creando escenarios inolvidables. Miro atrás, y te veo bailar por última vez. Te quiero bailarina mía, nunca jamás dejaré de hacerlo. No espero que entiendas, no fue culpa tuya, somos esclavos del terrible amor, que nos hace sufrir, amar, odiar, estremecer y desgraciadamente cambiar. No te guardo rencor, solo mi corazón entero. No quiero dejar nada, tal vez podría molestarte verlo algún día. Baila bailarina mía, baila. Yo ya he terminado con mi labor, jamás volverás a quererme, jamás volveré a sonreír, ¿acaso tengo otra elección? Sé que en su momento me quisiste, sé que con esa mirada me demostraste que tenía un pequeño hueco en tu corazón, no sé qué pasará ahora mismo, yo solo guardo lo que me has regalado. Baila bailarina mía, sonríe a las estrellas. Yo seré una de ellas. Allá a donde voy no habrá nada para mí, pero me llevo algo muy importante. Baila bailarina mía, nunca dejes de hacerlo. Adiós, te amaré siempre, pero no volveré jamás.

(U*'s Property)

miércoles, 27 de octubre de 2010

Saltar


Este no es el llanto de un corazón con su pena. Este no es el llanto de un corazón roto. Es la desesperación de un corazón que sabe que no hay solución. Aunque mire atrás sé que no hay camino, las puertas están cerradas. No hay posibilidad de pensar “¿Pero y si…?”, no. No hay final feliz. No aquí.
Por mucho que me hunda en dolor de vez en cuando y lágrimas de impotencia y melancolía se abran paso en mis ojos, sé que no habrá rescate. Esta torre es muy alta como para que nadie se atreva a escalarla. Es la torre que he construido con mi tormento y agonía. Está hecha de penas y recuerdos. ¿Solución? Saltar. Tengo que saltar. Tengo que subirme al muro del balcón de mi pequeña prisión en lo alto de la torre y saltar. Pero es difícil. ¡Este ha sido mi hogar durante mucho tiempo! He intentado salir al menos para ver el paisaje del destino, pero la luz del sol era demasiado purificadora para mí. Me quemaba y trataba de romper mis cadenas. Pero ¡yo no le dejé! Esas son las cadenas que me mantienen aquí. Sé que tengo que huir de aquí, pero es tan doloroso. Siento desgarrarse a mi corazón, cómo grita de dolor. Me pide que salga de esta maldita celda y que acabe con su sufrimiento de una vez. Pero le pido paciencia. He llegado a asomarme y he visto lo que me esperaría fuera, le digo. Pero no puedo hacer más. Incluso llegué a subirme al muro, pero entonces las cadenas tiraron de mí y recordé por qué estaba allí. Cerré la puerta y me hundí de nuevo en la oscuridad.
Estúpido. Patético. Lo sé. ¿Pero qué hago? El hierro de esta torre ha enmohecido por el tiempo. Es el tiempo el que me impide saltar. Clava sus afiladas uñas en mi piel y me hace sangrar. Me susurra amenazante al oído todo lo que quise y quiero. Su atractiva voz me impulsa a querer abrazar a esos malditos recuerdos que me destruyen y tanto quiero. El pasado es imborrable, me suele decir. Siempre me acompañará haga lo que haga, me advierte. ¿Por qué no cambian las cosas? ¿Por qué no viene nadie a despojarme de este puñal que llevo clavado en el alma? Muchas veces he esperado a que alguien viniese a sacarme de aquí. Vienen de visita, pero nadie se queda. No les culpo, no es su deber. Soy yo la que tiene que salir de aquí. Soy la única que tiene el poder necesario para arrancarme este peso que llevo encima. Debería ir en este momento. Debería saltar sin pensarlo, estirando los brazos, dejando que la fuerza del viento me quite todo arrepentimiento. Quién sabe. Tal vez aterrizaría en un lugar totalmente distinto. En un sitio nuevo donde no quede resto del pasado. Donde el único dolor queda en un pequeño hueco de mi corazón, reservado para los recuerdos con los que aunque me entristezca, he de acarrear toda mi vida.
Sé qué un día acabaré saltando, pero no sé cuando. Aquí no hay calendario ni reloj. No hay modo de preparar el destino, la única posibilidad de escribirlo es en la acción del momento. Hasta que llegue el momento en que por fin decida empezar a caminar, seguiré aquí. Sumida en la incertidumbre. En lo más alto de una torre, conviviendo con la pena y mirando desde las sombras la salida.

domingo, 17 de octubre de 2010

Sentimientos...


Sentimientos; dulce veneno que te va destruyendo poco a poco. Me hace gracia que hace diez minutos estaba plasmando mis emociones en papel y ahora ya no me sirven de nada. En poco tiempo, cambié por completo de parecer, lo escrito ya no tiene sentido porque ya no siento lo mismo. No sé si estoy colérica o hundida. Ambos sentimientos se entremezclan sofocando a mi corazón, hundido en la miseria de la incertidumbre. Ahora estoy escribiendo esto, tratando de sacar alguna conclusión, una respuesta a mi actual autoestima, al pasado y a mi relativo futuro. ¿Por qué? ¿Cómo es posible que tengas tanto poder sobre mi? ¿Acaso te has dado cuenta de que en menos de 24 horas me hiciste subir a la pantomima del Olimpo, luego de una patada me mandaste a un solitario paraje de la Tierra y ahora con unas palabras me convertiste en una marioneta del teatro del Inframundo? No, no lo puedo entender. Yo tengo claros mis sentimientos, aunque muchas veces me acorralan en una esquina y se ríen de mí, confundiéndome y tratando de hacer que retroceda todos los pasos que había logrado avanzar. Pero, ¿tú? Tan pronto como me regalas una sonrisa y un equilibrio a mi corazón, colocas un muro entre los dos y no me dejas ver qué está ocurriendo. Ahí es cuando la agonía regresa para arrastrarme con ella, porque destrozas de un soplido mi castillo de cartas con el que había logrado entender lo que sentías por mí. Pero aún hay más; ¿qué me dices de cuando con un suave arrullo melodioso me dices “te quiero” mirándome a los ojos? Pero tras eso, vuelves a comportarte como si nada hubiese pasado. ¡No me puedes hacer esto! ¡Me dices que me quieres, me haces ver una parte de tu corazón que creía ya esclarecida para luego no hacer nada por ello! ¡Escúchame! ¿Te crees que las palabras no tienen importancia? ¿Crees que me puedes soltar eso sin esperar consecuencias? Esas palabras tienen más peso del que jamás tú verás, mi corazón se resquebraja en pequeños cristales punzantes que se me clavan en el alma cada vez que actúas de esa manera.
Mírame, arrepentida. Malditos sentimientos… Hoy pensé que estaba al otro lado de la meta, y sin embargo me quedaba tanto… Me comporté como una idiota, creí tener el mundo en mis manos, que ya lo había superado; creía que era yo la que controlaba la situación. Y sin embargo, tú, verdugo sin escrúpulos, me engañaste con caricias engañosas para que cayese en tu red. Y caí. Caí de manera casi automática. Y entonces fue cuando me dijiste aquello y aquella seguridad que me embargaba se rompió en infinitos pedazos e inconsciente comencé a bajar las escaleras hacia tu maldito abismo. ¿Qué hice? Muy idiota de mí me intenté reanimar, pero mi “yo” irracional no se dejaba controlar. Lloré y me hundí a mí misma en mi cada vez más usual compañera, la desolación. ¿Y luego? Luego explotaste en mí mil y un sentimientos que cabalgaban descontrolados por todo mi ser. ¿Cómo pudiste? ¿Por qué ante mí tenías una invisible máscara y con los demás alardeabas de que realmente no te importa lo que nos pase? ¿Por qué coño fuiste capaz de decir que no había solución por mi culpa? ¿¡Es que no ves que yo enterré bajo tierra mis sentimientos para no herir los tuyos!? ¿No ves que luché por nuestro amor poniéndote por encima y dejando que mi ser se fuese destruyendo cada vez más dolorosamente porque no quería perderte? Y tú te atreviste a decirlo. A mí me enseñabas tres caras distintas, a cada cual más dolorosa, y luego descubrí que había otra más. Esa que no te atreves a enseñarme, porque sabes que no es verdad. Sabes que lo que les dices a ellos es mentira, yo jamás fui ni seré así. ¿Pero qué te pasa? Es imposible saberlo, porque como bien solías decir, tú eres así y por tanto no hay nada que hacer. No te engañes más, no me quieres. Si fuese verdad, jamás me habrías echo esto. Si fuese así, ahora mismo dejarías esos malditos hilos que me clavaste en el corazón para jugar conmigo. ¿Suena duro? Lo sé, pero es lo que estás haciendo conmigo. Hoy cielo, ¿qué cara toca mañana?
Duelen, cómo duelen estos sentimientos. Pero lo tengo que hacer. Aunque por cada paso que doy para alejarme de tus viciosas manos un martillo muy pesado me golpea en mi interior, es lo que tengo que hacer. Alguien dijo una vez que deje pasar el tiempo, que lo que tenga que pasar pasará. Es muy difícil para mí asimilar tal hecho, pero he de hacerlo. Trataré de seguir mi camino, apagaré las molestas luces de la ciudad y dejaré que las estrellas me guíen. Y aunque me duela, y aunque sé que voy a caer en tu estúpido pozo de nuevo, porque así de duro es el incontrolable amor, lo haré lejos de ti. No te estoy diciendo que me voy a ir, una pequeña parte de ti no se lo merece. Pero yo no voy a dejar que me vuelvas a engañar. Tú puedes pensar y decidir de una maldita vez qué es lo que sientes, y podrás decírmelo si quieres algún día. Pero yo soy libre, tengo alas para volar muy alto, tanto que tus demoníacos hilos se romperían. Todavía tienes a mi corazón encerrado en esa jaula, pero no importa, con el tiempo, se oxidará y yo podré volver a sentir. No sé qué sentiré, con quién ni hacia quién. Pero no importa, porque algún día, mis sentimientos cambiarán, algún día llegaré al final del camino y ya no hará falta andar más. Costará avanzar, caeré y tendré que levantarme por mí misma; llevará su tiempo y será doloroso. Pero ahora mismo no me importa, yo lo haré. No tendrás que volver a juntar pedacitos de corazón humillados por su rendición, porque yo pienso mantenerlo intacto cueste lo que cueste.

viernes, 15 de octubre de 2010

Abre los ojos...


-He pasado demasiado tiempo bajo tierra. Tragándome mi destino, dejando que el cielo me juzgase. Joder, me siento como si hubiese estado años sin abrir los ojos. Me centré tanto en lo mal que lo estaba pasando que no me paré a pensar en que realmente no pasaba nada. Todo se había solucionado, terminó un día y ya está, pero yo había decidido alargar el momento indefinidamente. Me ahogué a mí mismo, no me daba cuenta de que nadie me estaba quitando la vida, yo la estaba despreciando. Y mírame ahora… ¿Cómo pude comportarme de esa manera? Bueno, tal vez tenía que ser así. Tal vez sea normal hundirnos ante algo tan doloroso, para después aprender a resurgir de entre las cenizas y empezar desde cero. Pero por dios, es que ahora lo veo todo tan lejano. Me siento tan extraño… Como si pudiese mover el mundo con un solo dedo. No sé por dónde empezar, solo sé que ahora mismo no pienso rendirme por nada y voy a empezar a actuar desde ya….
- ¿Y qué es lo primero que vas a hacer?
- Lo primero que voy a hacer es dejar de pensar…- dijo antes de coger su cara entre sus manos y sumergirse en la irracionalidad de un apasionado beso.

Divagaciones de una mente perdida...


Pasaron años, casi décadas hasta que por fin pude abrir los ojos. Había permanecido mucho tiempo bajo la sepultura del odio y por entonces aún me costaba respirar. Di dos pasos cautelosos y entonces volví a sentir mientras comenzaba a caer una suave lluvia que me devolvió el sabor. El viento certero me trajo el aroma de la existencia y los gritos de los ángeles. Y tras aquel espeso bosque, límite del deseo, mis ojos hallaron la grandeza del infinito horizonte.
Como pequeños dientes de león que el aire traslada sin rumbo fijo, los recuerdos vinieron a mí inexorables, empapándome sin esperar resistencia:
-Quédate conmigo-, me dijiste. Pero tú no veías que mis alas eran muy grandes para aquel minúsculo cuadrilátero.
-No lo acepto-, me recriminaste. Pero la decisión ya estaba tomada y tú no fuiste capaz de ver cuánto me había costado escalar hasta aquella cima, donde me reencontré con los dioses, quienes me arroparon con torrentes y rayos, garras y gritos.
Pronto, tropecé con la agonía y caí por la colina entre zarzas y espinas. Pero yo no me daba cuenta de que aquello era solo el diseño de mi propio laberinto. Yo era la arquitecta de mi tormento, podía dibujar salidas y sin embargo me dedicaba a colocar grandes murallas.
Ahora los recuerdos me acarician la piel y rozan mis heridas. Soy yo quien controla estas sombras indestructibles. Suspiro aliviada, mientras les suelto la mano y las dejo marchar. Permanezco un rato con los ojos cerrados mirando al cielo, mientras la lluvia recorre mi cuerpo desnudo, llevándose consigo el barro y purificando mi alma. De repente, oigo una voz y asustada me doy la vuelta. No hay nadie, pero puedo notar el cambio. La lluvia comienza a caer torrencial y la luna está siendo protegida por los espíritus grises del cielo. Una pisada. Me giro y ahí estás, con una leve sonrisa y ojos lascivos:
-He vuelto-, me dices, y te acercas un poco más. Creía que éramos idénticas pero ahora puedo ver mi equivocación. Tus ojos se ahogan en llamas de sacrificio y tu aterciopelada piel brilla con un aura lapislázuli por la luz lunar. Tu cabello sedoso se agita rebelde por el viento, y tus delineados labios esperan inquietos, sedientos de dolor. Te creí insuperable e incapaz de sortear; y ahora te veo perfecta, radiante y atractiva, como depredadora que eres tratas de convencer a tu presa. Pero ahora las cosas han cambiado. Sé que te propones arrancarme el corazón otra vez, pero he resurgido con uno nuevo al que no voy a dejar que corrompas. Ya no formas parte de mí, y hoy decido que no vas a hacerlo.
Me preparo, atenta a todos tus movimientos, mientras tu elegancia destructiva quema pétalos cercanos. Esperas ganar, y sin embargo, te sorprendo cuando me abalanzo sobre ti, porque esta vez he decidido destruirte yo a ti; hoy yo he dado el primer paso. No sé cuánto duró esa lucha entre almas, ni cuántas veces traté de echarte de mi ser, mientras tú intentabas alcanzar mi corazón con tus afiladas uñas; pero de pronto, me vi sola de nuevo. La huída de tu presencia equilibró el escenario y la lluvia menguó, mientras el resto de espíritus terrenales se calmaba, yo me dejé caer sobre la húmeda hierba, mientras gotas celestiales curaban las heridas del reciente enfrentamiento. Había ganado, había logrado echarte de mi vida. Entonces ya sabía que algún día querrías regresar, pero yo tendría mi escudo preparado, o quién sabe, puede que para ese momento las cosas hubiesen cambiado de nuevo. Pero allí, alma entre espíritus superiores, yo solo vivía el presente, yo solo me dejaba embriagar por la pequeña victoria y trataba de tranquilizar a mi corazón. Pero mírame, escribiendo sin ton ni son. Contradiciendo de vez en cuando mis palabras con mis emociones. Tratando de describir un momento, un relato, una parte de mí que tal vez aún no se haya dejado ver. Ni idea de si está bien escrito o no, si sirve para algo o es solo un malgasto de tiempo. No sé de dónde vino esta historia ni cuántas páginas abarcará, pero por ahora, me está sirviendo de desahogo, así que déjame terminar.

jueves, 7 de octubre de 2010

Hoy


Hoy voy a ser del color del contraste del cielo. Hoy voy a enseñarte el sabor del mar. Hoy quiero extender mis alas y dejarme llevar.
Quiero gritar, quiero saltar. Atraparé la luna y crearé mi propia constelación. Hoy quiero llevarme corazones rotos conmigo y enseñarles la luz. Hoy quiero quitarte la venda de los ojos y acompañarte al sol. Hoy quiero cielo, hoy quiero fuego.
Hoy voy a enseñarte de lo que soy capaz. Vas a verme respirar estrellas y comerme amaneceres. Vas a subirte en mi tren rumbo a lo desconocido, rumbo a un lugar lejano. Vas a sentarte a mi lado y escucharás mi historia. Hoy te daré un regalo y lo vas a abrir, vas a aceptar mi eterno arcoiris.
Hoy tengo claro hacia dónde quiero ir. Hoy no preguntaré por qué, sino cuándo. Porque hoy he aceptado el atardecer de tus sueños y lo vas a ver conmigo.
Y cuando asustado me preguntes por qué, te diré que no sé, que es el viento mi guía y los sueños mi destino.
Y cuando quieras saber a dónde he ido solo tendrás que seguir la estela de luceros que he dejado para ti.
Y cuando te veas solo, me irás a buscar, pero no me encontrarás porque yo estaré detrás de ti.
No importa a qué saben las fresas si te apetece probarlas. No importa si te pierdes por el camino, yo te enseñaré la salida. Hoy no importa nada, porque hoy, yo voy a comerme el mundo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

No puedo...

No, no puedo. No puedo seguir sintiendo cómo ardo por dentro, cómo se queman mis sentimientos, mi alma. No puedo seguir desquebrajándome poco a poco, con estadillos cada vez más fuertes y sonoros. Ya no me queda corazón, te lo has cargado todo, y sin embargo, todavía duele.
No puedo seguir adelante. Lo he intentado, pero no puedo. Intenté despejarme y pensar en otras cosas, pero es inevitable. Todo me trae recuerdos, dolorosas punzadas que me atraviesan la piel sin compasión. Me despojaría de todos ellos para no verlos nunca más, pero ya es demasiado tarde. Forman parte de mí, y por eso no puedo olvidar, no me dejan olvidarlos.
No, no puedo seguir con esta incertidumbre. ¿Qué he hecho? ¿Acaso hice bien? No lo sé, no puedo saber. Dicen que siga mi corazón, ¿cuál? ¿Ese al que ya no le queda vida? No tiene mucho más que decir, no sabe a dónde ir. Lo daría todo porque me dijeses qué hacer, porque me tapases los ojos con tus cálidas manos y me guiases hacia la salida de este infierno cruel. Y sin embargo, tengo cientos de manos entre las que elegir, todas se ofrecen a servirme de guía, pero yo no puedo escoger ninguna. Os escucho, lo prometo, pero no puedo seguiros, no entendéis mi ritmo, no entendéis que tengo muchos trozos de corazón que recoger para poder seguir adelante.
No puedo. Un logro para mí ahora es no llorar, y sin embargo, cuando me reconstruyo a mí misma y doy un pequeño paso adelante, esa pérfida sombra viene a por mí para ahogarme en las oscuras aguas del dolor. Y ya no puedo salir, y ya no puedo reír. Ya no puedo seguir adelante porque el agua no me deja ver el camino.
El tiempo….Dicen que con él todo se acaba superando, pero ¿por qué tarda tanto? ¿Por qué no se lleva estas duras espinas que acorralan a mi corazón? No puedo esperar más, no quiero ni empezar. Me dejaría caer a cualquier abismo que me prometiese la huída a un lugar mejor. Me dejaría arrastrar por cualquier alma perdida hacia su propio infierno con tal de no vivir el mío. No puedo hacer otra cosa, la memoria se ríe de mí trayéndome dolorosos recuerdos y jugando con mi conciencia. Fue tan bonito en su día… y ahora no es más que un afilado puñal que desangra mi alma. Aquel abrazo, aquella canción, aquella sonrisa… todo ha quedado reducido a un cúmulo de ases en la manga del destino para llenarme el camino de reparos y no dejarme avanzar. No es tan fácil, no, no lo es… Mírame a mí, hundida en estas arenas tenebrosas…
No, no puedo. ¿No ves que es casi imposible para mí soportar la idea de haberlo perdido todo? ¡Lo sé! ¡Sé que estas son las consecuencias de mi elección y de que creí que esto sería lo mejor! ¡Por esto nunca quise cambiar las cosas! ¡Por esto me conformaba con apartar ese dolor que ahora veo tan sano! Nunca quise salir de la boca del lobo, y ahora siento que me encuentro en lo más hondo de su negra pupila, cayendo sin parar en un lugar del que por ahora no creo que vaya a salir. Pero, ¿qué hago? Me dicen que me espere, pero ¿no te das cuenta de que luego puede ser peor? ¿De que tal vez luego no haya marcha atrás? Y sé, que negando la luz nunca volveré a ver, que si me tapo los oídos jamás volveré a oír. Pero ya casi no me importa porque de verdad veo que no puedo. Y seguiré caminando por este fangoso mundo que me está tragando. Y seguiré lamentándome por este horrible sufrimiento que no me deja respirar. Seguiré descalza por este camino de brasas y espinas repitiéndome a mí misma “No puedo, no puedo, no puedo….”

domingo, 26 de septiembre de 2010

¿Me oye alguien?

¿Hay alguien escuchándome? ¿Alguien puede oír los latidos de este agitado corazón? No oigo nada, por favor, ¿alguien me oye siquiera?
Quisiera poder valerme por mí misma, pero no puedo. Podría decidir mi futuro y ser feliz, coger las riendas de mi vida y redirigirla. Sin embargo, desfallezco, mi ilusión se agota y la esperanza se pierde. Siento que me agoto, que por mis venas corre dolor y no sangre. Mi corazón resopla cansado, me incita a terminar la partida, a dejar a mi pobre peón en manos de la reina. Pero yo, ¡aún no quiero! ¡Quiero luchar por lo que necesito! Pero, ¿por qué no lo hago? No, no puedo. Tapo los oídos de mi corazón para que no sufra más, él sabe lo que tiene que hacer, pero ha dejado pasar tanto tiempo.
¿Me escucha alguien? Hace tiempo todo hubiese sido más fácil, pero dejé que el miedo escogiese por mí y no hice nada. Ahora, ¿ves que este mejor? No, pero sin embargo lucho día a día por intentar hacerlo más llevadero. ¿Tú crees que uno puede acostumbrarse al dolor? Yo no lo creo, pero puedo decirte que con el tiempo te arrodillas ante él y das la espalda a la llameante salida que espera por ti, inmutable.
Sería tan fácil, un momento, menos incluso, y todo habría acabado. Pero cuando reúno fuerzas, su corazón me cautiva y yo lo dejo pasar. Y así una y otra vez. Quisiera huir, quisiera volver. Corazón, ¿me escuchas? ¡Déjalo ya! ¡Termina con esto de una vez! ¿No ves que nos falta poco para caer? ¿No ves que las lágrimas cada vez tardan más en consolarme? ¿No ves que llegará el momento en que no quede nadie para ayudarnos?
Sigo caminando entre cadáveres de almas que un día decidieron dejarse vencer. Si embargo, yo aún consigo desprender algo de luz en este terrible lugar. Eso les molesta, quieren que mi alma se les una, se arrastran hacia mí tratando de motivarme a dejar de caminar. Me noto cansada, pero aún no he dejado de sortearlas y reunir fuerzas para utilizar la salida.
Aquí hace frío, nadie contesta, nadie me mira. Mi temblorosa voz surge fantasmal entre este gigantesco abismo, un llanto que trata de ser escuchado. ¿Me oye alguien?

Y dime tú...


Y dime tú, ¿qué hago? ¿Qué hago cuando me encuentro perdida en un oscuro túnel y no hay nadie para alumbrarme la salida? ¿A quién acudo si mis gritos no se oyen desde tan lejos?
Un largo camino de rosas con espinas y cielo abrumador se extiende ante mí, y no hay nadie que me enseñe el atajo. ¿Qué podría hacer si mi mente quiere pero mi corazón no puede? Es lo mejor, dicen. ¡Pero no es fácil! Es normal pasarlo mal, dicen. ¿Y si me asusta el dolor? ¿Y si tengo miedo de no levantarme nunca más?
Tengo la llave, y sé a qué puerta pertenece, pero no me atrevo a intentarlo. Tengo miedo. Me echo atrás y pierdo la oportunidad de escapar de esta agonía. Y sin embargo, si en este momento no quiero terminar con todo, ¿por qué me siento tan mal? ¿Acaso no es mejor así? Sé que no. Me estoy engañando, sé la respuesta, sé cómo huir de este abismo, pero no soy capaz. Una cobarde que prefiere convivir con el dolor presente a ver siquiera de qué es capaz el que en un futuro podría tocar.
¿Que qué estoy haciendo? Lamentarme de mí misma. Esto toca a su fin, pero yo intento alargarlo un poco más. ¿Consejos? No gracias, ya sé qué ocurre, pero no quiero aceptarlo. Y sin embargo, en este momento sería capaz de robarle al mismísimo Olimpo su divinidad para que alguien me consolase. Para arroparme entre abrazos que me hagan olvidar lo que está pasando. Para fingir que todo está bien, que no hay nada que arreglar.
Mírame, patético, ¿verdad? Pero no puedo, ahora no quiero. ¡Quitadme de encima estas garras opresoras! ¡Abrid mi alma y despojadme de este tormento! Pero no, no me obliguéis a hacerlo. Sé que es mi salida, sé que es mi escapatoria, pero no puedo hacer entrar en razón a mi corazón.
¿Que qué hago? Traer las palabras para lamentarme, para tratar de buscar una alternativa al llanto. Pero no quiero esto, las palabras me sirven de desahogo, pero no pueden consolarme, no pueden decirme que todo irá bien. No quiero esto, no quiero nada más. Mis lágrimas terminan en un eco desolador que llega a oídos de nadie. ¿Me oís? ¡Sacadme de aquí! ¡Sé que tengo que hacerlo por mí misma, pero no ahora! Ahora solo quiero romper en pedazos mi alma y tener a alguien a mi lado que me ayude a recogerlos.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Bastardo ser humano

Bastardo ser humano. ¿Te crees muy poderoso, no? ¿Te crees superior al resto de seres vivos? Maldito despojo. Piensas que eres la joya de la naturaleza, el orgullo de Dios, y no eres más que el peor de los errores cometidos jamás.
Levantaste un imperio, queriendo ser el rey del Universo. Pero no, qué equivocado estabas. ¿No ves que en la grandeza del Universo no eres nada?
Abominable narcisista. Destrozas y matas por gusto. ¿Qué demonios te crees? ¿El líder de los seres? El mundo no tiene una pirámide en el que todos nos dividimos de menor a mayor importancia. Solo hay un nivel, todos somos iguales. ¿Te molesta, no? Perdón, olvidaba que tú lo querías todo para ti.
Deberías pensar en que tal vez las cosas podrían no haber sido así. ¿Sabías que solo eres una casualidad en la Historia? ¡Nada estaba predeterminado! ¡Al igual que hoy tienes la suerte de poder razonar puede que nunca la hubieses tenido! ¿No quieres pensar en ello, verdad? Lo siento, siempre olvido lo poco que te gusta ver la realidad.
Detestable ególatra. Como mismo civilizaste consigues destruir. ¡Quítate esa maldita venda de los ojos! ¡No eres el centro! ¡Esto es de todos, apréndetelo! ¡No eres nada, y nunca lo serás! ¿Tu papel en la Tierra? Seguir el ciclo de la vida, no crear una bifurcación en él, como intentar hacer.
Me gustaría poder enviarte al fin del Universo y empezar de nuevo. Sin embargo, hay cosas preciosas en este mundo… Pero claro, todas están relacionadas con el arte y con la Naturaleza, aspectos desconocidos para ti, demasiado grandes para tu pequeña mente corrompida.
Ahora, estúpido ser, cállate. Olvida todo lo que creías saber y empieza de nuevo. Aprende lo que de verdad es vivir, cómo deberían ser las cosas. Justicia, una nueva palabra para ti, y tan esencial en la vida… No, no intentes huir. Ahora, es el turno del resto, ahora te toca a ti sufrir y aprender de una vez por todas, que aquí o allí, hoy o mañana, nunca serás nada.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Mirando atrás...


Mirando atrás; tantas horas perdidas, tantas lágrimas derramadas. Promesas que pretendían ser eternas y nunca se llegaron a cumplir. Palabras sobre papel que parecieron desaparecer con el paso del tiempo.
Y sigo mirando atrás; ¿cuántos se quedaron allá? ¿cuántos quedarán? A través de una puerta me dejaron entrever el cielo, pero jamás me dieron la llave.
¿Qué más podría encontrar recordando el pasado?; sueños idealizados que en sueños se quedaron, argumentos valientes que escondían un inocente corazón, amigos que ahora ya han dejado de serlo.
Quiero seguir mirando atrás; todo ha cambiado. ¿Dónde está aquella chica inocente? Sigue aquí, pero las inexorables garras de la vida la han hecho aprender. ¿Qué hay de aquellos llantos desoladores? Ahora solo algunos consiguen perturbar a la cicatriz que hoy en día ocupan en el corazón. ¿Qué ocurrió con las viejas cartas? Ahora son retazos del pasado, recordatorios de lo que un día fue y hoy no existe.
No, no he dejado de hundirme en el pasado; han cambiado tanto las cosas. ¿Recuerdas lo que me dijiste un día? ¿¡Por qué no lo cumpliste!? ¡Míralo aquí! ¡Me prometiste una vida entera, sonrisas cada día! ¿Y ahora? Ahora me cuesta recordar tu cara, imaginarte de nuevo en mi vida. ¿Cómo pueden cambiar las cosas en tan poco?
Quiero dejar de mirar, me duele, pero no puedo; he cambiado, sí. Los viejos diarios me han enseñado cómo el dolor puede transformar a una persona. Fui un neófito marinero, hoy ya me siento un novato lobo de mar. Muchos intentaron desgarrar mi piel, y algunos se llevaron algo consigo, pero mírame, sigo en pie. No sé dónde, pero en algún momento de mi vida decidí coger otro camino. El dolor no ha terminado, por supuesto que no. La experiencia me ha enseñado que aún quedan muchos dragones que matar, demasiadas trampas que sortear. Pero mírame, sigo en pie.
Ahora ya puedo, cierro este pesado libro de mi vida; al fin y al cabo no fue todo malo. Aquí también conservo risas y abrazos. Las decepciones seguirán acompañándome, pero los buenos momentos me recordarán que un día pude sonreír.
Aquí me ves, cargando con este libro a todas partes. Ahora me parece más liviano, habré aceptado mi pasado tal vez. Aquí sigo yo, respirando una vez más, dando un paso hacia el futuro. Recordando que lo mejor es sonreír y dar las gracias por poder seguir. Y aquí me ves, yendo de frente y sonriendo a la vida, acabando con las viejas brechas del pasado.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Princesa mía


Princesa mía, razón de mi existencia; dame una respuesta. Dime que me quieres, dime que mis ilusiones no son una pérdida de tiempo.
Princesa mía, luz de mi abismo. ¿Algún día terminará este sufrimiento? ¿Saldrán de tus labios las palabras que acabarán con mi tormento?
Princesa mía, preciosa luna, estrellas infinitas. ¿Dejarás hablar a tu inexpugnable corazón? ¿Caeré en un dulce sueño tras estas terribles pesadillas que me dejan sin aliento?
Princesa mía, dulce veneno que consume mi alma. Atiende a mis súplicas, mírame a los ojos. ¿Hay respuesta? ¿La habrá siquiera?
No tardes princesa mía, el corazón de este pobre plebeyo no durará mucho más sin latir.


En exclusiva para U*

Lamento interno


Oh, señor, si estás ahí, si puedes verme desde tu cúpula celestial, haz que el tiempo se detenga, que ellos me escuchen.
Dime señor, ¿me ayudarás? ¿Arrancarás esta férrea lanza que atraviesa mi corazón? ¿Cortarás las espinas que causan mi dolor?
No quiero ser feliz, no pretendo ser afortunada, por ahora solo pido dejar de sufrir. Sufrir porque nadie me comprende, porque no me quieren comprender. Porque si algún día Pandora abrió su caja, todos los males parecieron venir a mí.
Ahora que estamos tú y yo solos, en la soledad de mi desesperación, ahora que mi alma no tiene otra opción más que creer en tu existencia, dime, ¿me escucharás? ¿Sofocarás las olas que azotan mi acantilado suicida? ¿Apagarás las llamas de las que solo quedarán las cenizas de mi lamento?
Lo sé, sé que el tiempo cura todas las heridas y sella recuerdos, pero para mí cada día supone un agotador infinito. ¿Qué por qué recurro a ti? Será por instinto, la única vía de escape rápida que entiende mi corazón. Porque un corazón roto nunca juzga las soluciones a su dolor, solo las busca desesperadamente.
Un día oí decir que la vida es así, que hay que entenderlo, dicen. Pero, cómo, ¡explícaselo tú mi corazón hundido! ¡Lidia con sus gritos ahogados como debo hacerlo yo día a día! ¡Sé que es verdad! Pero, ¿crees que quiero aceptarlo? ¡Yo solo quiero vivir como antes! ¡Vivir en un sueño! Soy ilusionista, sí, una soñadora que busca a tientas la salida de la oscura realidad, pero por favor, no me juzgues por creer en sueños imposibles. ¿Tan difícil es de entender?
Ahora que nadie me escucha, ahora que estamos solos, respóndeme. ¿Tengo escapatoria? ¿Saldré del abismo? No tardes en hacerlo, pues a cada minuto que pasa, voy hundiéndome cada vez más y más en las frías arenas del olvido. Ya ha comenzado la cuenta atrás de un corazón extasiado.

sábado, 14 de agosto de 2010

Promesas de papel


El 3 de febrero decidieron decir sí sus corazones. Sí al amor, sí a la esperanza. Pero nunca se les pasó por la cabeza lo difícil que podría llegar a ser el camino que recorrerían juntos.

20 de junio.
En una playa apartada del mundo real:

Alex estaba en el balcón, los brazos apoyados en la barandilla, la mirada fija en el mar, impotente.
Ella se acercó, silenciosa, dejando el rastro de un corazón desesperado.
-Lo siento-. Él se sorprendió, no lo esperaba.
-No tienes que sentir nada-. Sus ojos seguían fijos en el mar. El atardecer anunciaba su llegada, pero aquella vista que en otro momento le encogería el corazón, no es suficiente para ahuyentar los fantasmas que asolan su corazón.
-No. Lo siento. No debí hablarte de esa manera-. Alyson se acercó más a él, pero aún no se atrevía a tocarlo.
Alex no sabía qué decirle. Una parte lo impulsaba a estrecharla entre sus brazos y besarla como nunca lo había hecho, para sofocar su sed de amor; por otro lado, sentía que necesitaba escapar, huir, ser cobarde y dejarlo todo atrás. Pero no podía. La amaba y ella no se merecía aquello.
-Aly…Déjalo. No importa, de verdad-. Siempre conseguía ablandarlo.
Ella se acercó a la barandilla, sin mirarlo. El sol comenzaba a acercarse al horizonte, otorgándole una sofocante belleza a sus ojos.
-Alex…Yo…-. Necesitaba aclarar sus ideas, pero no sabía cómo-. ¿Se ha acabado todo?
Por un momento, el corazón de Alex pareció estar a punto de explotar. ¿Acabar?
-A… ¿acabado? ¿El qué, Aly?-. La miró por primera vez. Sus preciosos ojos del color del océano miraban al frente, y de ellos amenazaban con dejarse caer lágrimas delatadoras.
-Yo… No sé Alex. Con todo lo que está pasando no sé lo que quieres que ocurra. Yo… Lo siento, no debí decir nada-. Se dio la vuelta e hizo ademán de salir por la puerta.
Él la cogió a tiempo de la mano, e instintivamente, cogió su suave rostro entres sus manos y la besó. Un beso cargado de razones, sentimientos, pruebas y respuestas.
Ella se dejó llevar, mientras que pequeños ríos salados surcaban sus mejillas. Él la miró entonces a los ojos y abrió el candado que reprimía a su corazón:
-Alyson, te quiero. Te quiero como nunca he querido ni querré a nadie. Tal vez me creas o no, pero estoy dispuesto a demostrártelo de todas las maneras posibles. Sé que esto es difícil para los dos, y no sabes lo que siento que ella haya tenido que volver-sintió cómo sus ojos reaccionaron al oír cómo la nombraba-, pero desgraciadamente quedan cosas por resolver, y solo puedo pedirte una cosa…
Ella lo miraba expectante, aturdiéndolo con su mirada cargada de ilusión y amor.
-¿Me esperarás? ¿Prometes esperarme hasta que todo esto termine?-. Sentía bombear a su alterado corazón.
Tras unos segundos, ella se soltó con dulzura, y se acercó a mirar al horizonte. El crepúsculo del día desaparecía junto con los últimos resquicios del sol entre las oscuras aguas.
-Prometo esperarte, pero solo si tú haces algo por mí…
Él permanecía quieto, esperando su condición. Ella se giró y lo miró a los ojos:
-¿Prometes no dejar nunca de amarme, pase lo que pase?
Él inspiró, y sintió cómo su corazón volvía a renacer. Se acercó a ella, cogió de nuevo su cara entre sus manos, y abriendo su alma, dijo:
-Te prometo que nunca, jamás, dejaré de amarte.
Y fue entonces cuando la besó, y ambos sintieron cómo sellaban con ello la promesa de sus vidas.
( Dedicado a U*, Crazy Little Star)

lunes, 9 de agosto de 2010

Yo quería llorar...


Yo quería llorar, pero tú no me dejaste. Quería sanar mi atrofiado corazón, pero no lo permitiste. Cada vez que intentaba avanzar un escalón, tú me empujabas hacia atrás con tus dulces palabras. Sabías que no estaba bien, mas no permitiste que el tiempo pasase.
¿Te he contado cómo me sentía? Claro, cientos de veces, pero tú sofocabas mis gritos con silenciosas caricias.
¿Alguna vez me amaste de verdad? Dices que sí, y pese a que mi corazón quiere creerlo, no hay pruebas que justifiquen el daño. Solo quiero la verdad. Un atisbo, tal vez. Pero tú solo quieres seguir con la pantomima de nuestro amor. ¿Es que no te das cuenta? ¡Esto no es un escenario! ¡Nuestras caras no están cubiertas de máscaras de la farsa! Mi dolor es real, y tu inexorable criterio también.
Peón de una fría reina, triste marioneta. Y sin embargo, te quiero. Te amo como jamás se ha amado en el mundo. Pero, ¿acaso importa? Me mantienes en la frágil tela de tu juicio, a expensas de tu próximo arrebato. ¿No ves que no puedo más? ¡Te amo! Pero ya no puedo seguir engañando a mi corazón.
Tal vez me quisiste algún día, y puede que aún haya resquicios de aquel amor perdido. Pero todo se lo ha llevado el tiempo. El olor de tu piel, palabras de amor que me susurrabas al oído, las noches en vela donadas al corazón, tus suaves labios… ¿Y ahora? Ahora no soy más que el solitario habitante de una rígida bola de cristal. Esperando a que tú decidas el próximo paso. Porque yo soy incapaz de hacer nada sin ti.

martes, 3 de agosto de 2010

Dolorosas comparaciones




La primera flor de la primavera, el crepúsculo del día, la arena bajo mis pies descalzos, la calidez de los rayos del sol, el arrullo de una melodiosa voz: el comienzo de nuestro amor.
La inmensidad de un cielo estrellado, el horizonte, el vuelo de un pájaro, el galope de los caballos salvajes, la vista desde la cima más alta: partes de un camino que recorrieron nuestros corazones.
El hielo, las impertérritas espinas de una rosa, una afilada espada, la fuerza de los rayos, las garras de una bestia, el inexorable verdugo: en lo que se tornó tu corazón.
Un mar embravecido, una isla apartada, un desierto sin fin, un reloj sin manijas, una carrera sin meta, un camino sin delimitar: nuestro presente amor.
El fondo del abismo, un cielo encapotado, un cristal roto, la ceguera evitable, un llanto desolador, la soledad, la culpa, un espeso bosque, la incertidumbre, sentimientos rotos, el alma perdida: mi corazón.

lunes, 2 de agosto de 2010

Déjame escapar


¡Calla! ¡No hables más! ¿Acaso quieres verme sufrir? Maldito iluso, por supuesto que sí. ¡No sigas! ¿No ves que mi corazón no puede más? De tus dulces labios solo salen despiadadas palabras, dispuestas a quemarme la piel. ¡No me digas que me quieres! ¡Deja de decirlo! Mis oídos tiemblan, mi alma intenta escapar de la prisión de las promesas. ¿No te das cuenta de que no puedo más? ¿Que me duele oírte decir que te importo? Necesito que me dejes huir, llegar hasta donde tus caricias no me puedan dañar. Déjalo, no hay tiempo para volver atrás.
Llevé el peso de nuestro amor durante mucho tiempo, ¿todavía quieres que lo siga haciendo? Dejé de lado mis sentimientos para proteger los tuyos, y ahora que sabes lo que quieres, ¿no me dejas olvidarte?
Cientos de palabras, canciones desesperadas para acompañar a un corazón roto. No puedo seguir cavando el abismo de mi desgracia. ¡Entiéndelo! Ya no debes seguir jugando con mi corazón. Escuché tus lamentos y deseos, cambié mis sueños por los tuyos. Pero ahora que yo sé lo que quiero, ¿por qué no me dejas escapar?
Lágrimas del recuerdo, brotes de esperanza. A ello intento sujetarme. Un amor corrompido y tantos sentimientos destrozados, ¿es que vas a continuar?
Y sin embargo aquí sigo yo, gritando al cielo para que me ayude. Intentando cazar estrellas para que guíen a mi oscuro tormento. Dejando el rastro de un amante usado. Y mientras, contemplo como manejas los finos hilos de esa marioneta a la que llamas amor.

domingo, 14 de febrero de 2010

PUAG!


Pues eso.. PUAG! Odio,angustia,asco,temor,desconfianza,cobardía,escape..

Eso,lo resumo así.

miércoles, 27 de enero de 2010

...

No tiene sentido vacilar.
No tiene sentido hablar.
¿Para qué pensar?
No tiene sentido retirarse.
No tiene sentido excusarse.
No tiene sentido la palabra.
Sólo tienes que gritar.Gritar para intentar que te escuchen.Aunque la mayoría de las veces la oscuridad de las almas se trague al propio sonido.

V*

jueves, 21 de enero de 2010

...

Ambos estaban tumbados como de costumbre en el césped,observando el nocturno cielo.
-El mundo es una mierda...
-¿Y éso?
-Pues éso.Que es una mierda.
-Ahh...
-¿Tú no piensas lo mismo?
-Algo así...
-Joder Charlie,¿cómo que algo así?¿¡Me vas a decir que no lo es!?
-Según cómo se mire.
-¿¡Según como se mire!?¡Llevo buena parte del tiempo que llevamos aquí pensando y no le veo nada bueno!¿¡De qué coño me sirve fijarme en lo bueno que tiene si prácticamente es un sólo 5%!? ¿No te das cuenta? ¡El mundo se basa en injusticias!¡Aquí estamos nosotros despreocupados mientras todo se va al garete! ¿¡Acaso está bien que algunos se preocupen en su aspecto cuando en algún otro lugar lo más insignificante es el qué dirán!?¡El mundo es un asco! Hay guerras,hambre,muertes,violaciones,injusticias,asesinatos,abusos de poder,racismo,enfermedades,terremotos o tsunamis...¡Joder,el mundo es una pura mierda!
Poco a poco,Alex se había dejado caer de rodillas al suelo.Tiraba de la hierba con fuerzas.Sus brazos temblaban mientras intentaba controlar las lágrimas.
-Alex.
-¡QUÉ!
-Lo sé.
-¿El qué sabes?
-Que el mundo es una mierda.
-¿Y entonces?¿¡A qué vino lo de antes!?
Charlie se había sentado y había apoyado los brazos en sus rodillas.Miraba las estrellas.Su amigo esperaba impaciente una respuesta.
-¿Crees que nunca me he parado a pensar en ello?¿Creías que podía permanecer insensible ante las noticias?¿Ante los avisos de que nada va a mejor?Estás muy equivocado.Muchas veces lo he hecho.Me he destrozado el cerebro intentando encontrar una explicación razonable.El por qué de que las cosas sean así.¿Por qué puedo estar yo aquí mientras a un niño le quedan escasos segundos de vida ?¿Y si el destino hubiese decidido que yo estuviese en su lugar?¿Y si nada de lo que he vivido hubiese ocurrido?¿Quién tiene el poder suficiente para decidir el destino de las personas?Incluso cuando se lucha contra algo tan incontrolable como la naturaleza no hay respuesta.Los terremotos,tornados y tsunamis son porque la Tierra sigue un camino.Y desgraciadamente,en los baches de esos caminos viven personas.Pero por otro lado,están los humanos.Las guerras y las injusticias sociales no son fruto de un planeta,sino de sus habitantes.A veces siento cómo surge una llama en mi interior,que me abrasa.Me inunda y hace que parezca estar a punto de explotar.Éso me ocurre cuando pienso en estas cosas.Pienso que después de los milenios por los que ha pasado la historia humana,no ha habido un cambio total.Seguimos teniendo costumbres que llevan siglos entre nosotros.Presumimos de que somos la era Moderna.El futuro.Cuando no somos más que otra generación.Humanos con el mismo patrón.¿Qué tenemos de diferente frente a los otros?¿Acaso vivimos en un mundo equilibrado e ideal?Seguimos con nuestras utopías y con nuestras estupideces.Cometemos errores,tenemos diversas ideologías que no llegan nunca a ser perfectas,desigualdades sociales,abusos...Pero sobre todo tenemos esperanza.Esperanza de que algún día todo se acabe.De que el mundo sea perfecto. Que todas las personas sean honestas,tolerantes y amables.Y ésto,es casi lo único que tenemos. Porque también nos queda la valentía de decir: " No pienso estar aquí sin hacer nada".Y ahí es cuando aportamos poco a poco granos de arena a nuestra pequeña montaña.Por eso odio que la gente diga: " Total,como si mi ayuda contase" Sé que una sola persona no hace mucho,pero es lo único que tenemos para seguir adelante y confiar en que de ese modo,las cosas se arreglarán.Es lo único que puedo hacer ahora.Tener en cuenta que el mundo es una mierda,sí, porque de esa manera,mi conciencia estará tranquila al saber que lo sé y que haré lo que pueda para arreglarlo.
Alex había dejado de apretar las briznas de hierba,pero aún no las había soltado.La suave brisa había secado sus lágrimas mientras escuchaba en silencio a su amigo.Su alma suspiró,y dirigió su vista hacia el cielo mientras se hizo hacia atrás y se apoyaba en sus brazos.
-Charlie...
-Dime
-No dejaré de pensarlo
-Lo sé
-Pero...
-¿Sí?
-Gracias


V*

"Nadie lo ha oído"


¡Me lo he terminado!Pese a tener que leer de cuando en cuando por los estudios,me lo terminé ayer a las 23:30 ( muerta de sueño como estaba) porque no podía parar de leer.Bueno,ahí va :


Título: "Nadie lo ha oído"

Autora: Mari Jungstedt

Género: Novela negra


Bueno,el libro es una especie de segunda parte.El primero," Nadie lo ha visto" está muy,muy bien.Pese a que aparezcan los mismos personajes principales ( policías,periodistas y secundarios) se pueden leer perfectamente por separado.

Este segundo libro,me ha gustado muchísimo.Para ser sincera,al principio y en algún que otro capítulo,me han dado ganas de saltarme las páginas,pero porque se iban por las ramas y dejaban de lado el caso.Sin embargo,el final es..mm.. SORPRENDENTE.La trama me ha encantado.Y en general,es un buen libro para quien le gusten las novelas policíacas.

Me doy cuenta de que el estilo sueco me está empezando a embriagar ¬¬.Jajajaja.Pero bromas aparte,por ahora y para mí, Mari no tiene ni punto de comparación con mi adorada Camilla Läckberg( La princesa de hielo,Los gritos del pasado y Las hijas del frío).No sé si serán los aires escandinavos,pero los estilos se parecen.Aunque no hay nada como los personajes,las tramas,el suspense,las explicaciones,el estilo y el mundo de Camilla ( he de admitir que Las hijas del frío se ha convertido en uno de mis libros favoritos).


Bueno,ya no me voy por las ramas más.En fin,que es un buen libro.Si os apetece devorar uñas mientras pasáis por una incertidumbre típica del lector que desea saber más sobre el asesinato,lo aconsejo.



XOXO, y lean mucho:

V*

lunes, 4 de enero de 2010

Ghostgirl:El regreso


Pues sí.¡He terminado el libro! ^^

La verdad es que me ha encantado.No podría decir si me gustó más el primero o el segundo.La trama es bastante adictiva.Algo que no me gustó mucho,fue que estaba loca por leer lo que a Charlotte se refería,y siempre se corta en el mejor momento.Cierto que eso ocurre en todos los libros,pero es que por cada situación no había más de una página! Y eso me acabó agobiando en algunos capítulos.

Lo mejor de todo: Las citas que añade Tonya de otros, y sus propias reflexiones.Como siempre,increíbles.

Bueno,yo lo recomiendo.Solo que ya comenté lo que no me gustó mucho.Aún así,merece la pena ser leído.