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jueves, 2 de septiembre de 2010

Lamento interno


Oh, señor, si estás ahí, si puedes verme desde tu cúpula celestial, haz que el tiempo se detenga, que ellos me escuchen.
Dime señor, ¿me ayudarás? ¿Arrancarás esta férrea lanza que atraviesa mi corazón? ¿Cortarás las espinas que causan mi dolor?
No quiero ser feliz, no pretendo ser afortunada, por ahora solo pido dejar de sufrir. Sufrir porque nadie me comprende, porque no me quieren comprender. Porque si algún día Pandora abrió su caja, todos los males parecieron venir a mí.
Ahora que estamos tú y yo solos, en la soledad de mi desesperación, ahora que mi alma no tiene otra opción más que creer en tu existencia, dime, ¿me escucharás? ¿Sofocarás las olas que azotan mi acantilado suicida? ¿Apagarás las llamas de las que solo quedarán las cenizas de mi lamento?
Lo sé, sé que el tiempo cura todas las heridas y sella recuerdos, pero para mí cada día supone un agotador infinito. ¿Qué por qué recurro a ti? Será por instinto, la única vía de escape rápida que entiende mi corazón. Porque un corazón roto nunca juzga las soluciones a su dolor, solo las busca desesperadamente.
Un día oí decir que la vida es así, que hay que entenderlo, dicen. Pero, cómo, ¡explícaselo tú mi corazón hundido! ¡Lidia con sus gritos ahogados como debo hacerlo yo día a día! ¡Sé que es verdad! Pero, ¿crees que quiero aceptarlo? ¡Yo solo quiero vivir como antes! ¡Vivir en un sueño! Soy ilusionista, sí, una soñadora que busca a tientas la salida de la oscura realidad, pero por favor, no me juzgues por creer en sueños imposibles. ¿Tan difícil es de entender?
Ahora que nadie me escucha, ahora que estamos solos, respóndeme. ¿Tengo escapatoria? ¿Saldré del abismo? No tardes en hacerlo, pues a cada minuto que pasa, voy hundiéndome cada vez más y más en las frías arenas del olvido. Ya ha comenzado la cuenta atrás de un corazón extasiado.

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