Welcome to Violet's Notebook

domingo, 26 de septiembre de 2010

Y dime tú...


Y dime tú, ¿qué hago? ¿Qué hago cuando me encuentro perdida en un oscuro túnel y no hay nadie para alumbrarme la salida? ¿A quién acudo si mis gritos no se oyen desde tan lejos?
Un largo camino de rosas con espinas y cielo abrumador se extiende ante mí, y no hay nadie que me enseñe el atajo. ¿Qué podría hacer si mi mente quiere pero mi corazón no puede? Es lo mejor, dicen. ¡Pero no es fácil! Es normal pasarlo mal, dicen. ¿Y si me asusta el dolor? ¿Y si tengo miedo de no levantarme nunca más?
Tengo la llave, y sé a qué puerta pertenece, pero no me atrevo a intentarlo. Tengo miedo. Me echo atrás y pierdo la oportunidad de escapar de esta agonía. Y sin embargo, si en este momento no quiero terminar con todo, ¿por qué me siento tan mal? ¿Acaso no es mejor así? Sé que no. Me estoy engañando, sé la respuesta, sé cómo huir de este abismo, pero no soy capaz. Una cobarde que prefiere convivir con el dolor presente a ver siquiera de qué es capaz el que en un futuro podría tocar.
¿Que qué estoy haciendo? Lamentarme de mí misma. Esto toca a su fin, pero yo intento alargarlo un poco más. ¿Consejos? No gracias, ya sé qué ocurre, pero no quiero aceptarlo. Y sin embargo, en este momento sería capaz de robarle al mismísimo Olimpo su divinidad para que alguien me consolase. Para arroparme entre abrazos que me hagan olvidar lo que está pasando. Para fingir que todo está bien, que no hay nada que arreglar.
Mírame, patético, ¿verdad? Pero no puedo, ahora no quiero. ¡Quitadme de encima estas garras opresoras! ¡Abrid mi alma y despojadme de este tormento! Pero no, no me obliguéis a hacerlo. Sé que es mi salida, sé que es mi escapatoria, pero no puedo hacer entrar en razón a mi corazón.
¿Que qué hago? Traer las palabras para lamentarme, para tratar de buscar una alternativa al llanto. Pero no quiero esto, las palabras me sirven de desahogo, pero no pueden consolarme, no pueden decirme que todo irá bien. No quiero esto, no quiero nada más. Mis lágrimas terminan en un eco desolador que llega a oídos de nadie. ¿Me oís? ¡Sacadme de aquí! ¡Sé que tengo que hacerlo por mí misma, pero no ahora! Ahora solo quiero romper en pedazos mi alma y tener a alguien a mi lado que me ayude a recogerlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario