Welcome to Violet's Notebook

miércoles, 27 de octubre de 2010

Saltar


Este no es el llanto de un corazón con su pena. Este no es el llanto de un corazón roto. Es la desesperación de un corazón que sabe que no hay solución. Aunque mire atrás sé que no hay camino, las puertas están cerradas. No hay posibilidad de pensar “¿Pero y si…?”, no. No hay final feliz. No aquí.
Por mucho que me hunda en dolor de vez en cuando y lágrimas de impotencia y melancolía se abran paso en mis ojos, sé que no habrá rescate. Esta torre es muy alta como para que nadie se atreva a escalarla. Es la torre que he construido con mi tormento y agonía. Está hecha de penas y recuerdos. ¿Solución? Saltar. Tengo que saltar. Tengo que subirme al muro del balcón de mi pequeña prisión en lo alto de la torre y saltar. Pero es difícil. ¡Este ha sido mi hogar durante mucho tiempo! He intentado salir al menos para ver el paisaje del destino, pero la luz del sol era demasiado purificadora para mí. Me quemaba y trataba de romper mis cadenas. Pero ¡yo no le dejé! Esas son las cadenas que me mantienen aquí. Sé que tengo que huir de aquí, pero es tan doloroso. Siento desgarrarse a mi corazón, cómo grita de dolor. Me pide que salga de esta maldita celda y que acabe con su sufrimiento de una vez. Pero le pido paciencia. He llegado a asomarme y he visto lo que me esperaría fuera, le digo. Pero no puedo hacer más. Incluso llegué a subirme al muro, pero entonces las cadenas tiraron de mí y recordé por qué estaba allí. Cerré la puerta y me hundí de nuevo en la oscuridad.
Estúpido. Patético. Lo sé. ¿Pero qué hago? El hierro de esta torre ha enmohecido por el tiempo. Es el tiempo el que me impide saltar. Clava sus afiladas uñas en mi piel y me hace sangrar. Me susurra amenazante al oído todo lo que quise y quiero. Su atractiva voz me impulsa a querer abrazar a esos malditos recuerdos que me destruyen y tanto quiero. El pasado es imborrable, me suele decir. Siempre me acompañará haga lo que haga, me advierte. ¿Por qué no cambian las cosas? ¿Por qué no viene nadie a despojarme de este puñal que llevo clavado en el alma? Muchas veces he esperado a que alguien viniese a sacarme de aquí. Vienen de visita, pero nadie se queda. No les culpo, no es su deber. Soy yo la que tiene que salir de aquí. Soy la única que tiene el poder necesario para arrancarme este peso que llevo encima. Debería ir en este momento. Debería saltar sin pensarlo, estirando los brazos, dejando que la fuerza del viento me quite todo arrepentimiento. Quién sabe. Tal vez aterrizaría en un lugar totalmente distinto. En un sitio nuevo donde no quede resto del pasado. Donde el único dolor queda en un pequeño hueco de mi corazón, reservado para los recuerdos con los que aunque me entristezca, he de acarrear toda mi vida.
Sé qué un día acabaré saltando, pero no sé cuando. Aquí no hay calendario ni reloj. No hay modo de preparar el destino, la única posibilidad de escribirlo es en la acción del momento. Hasta que llegue el momento en que por fin decida empezar a caminar, seguiré aquí. Sumida en la incertidumbre. En lo más alto de una torre, conviviendo con la pena y mirando desde las sombras la salida.

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